La educación inclusiva tiene como propósito prestar una atención educativa que favorezca el máximo desarrollo posible de todo el alumnado y la cohesión de todos los miembros de la comunidad.

Según Ainscow y Miles, para comprender mejor el término inclusión se hace necesario el estudio de cuatro conceptos fundamentales (citados por Escribano, 2013, p.22):

La inclusión como proceso. Vista como una búsqueda constante de mejores maneras de responder a la diversidad del alumnado.

La inclusión identifica y elimina barreras. Debemos entender como barreras, aquellas creencias y actitudes que las personas tienen respecto a este proceso y que se concretan en las culturas, las políticas y las prácticas escolares que individual  y colectivamente tienen y  aplican.

La inclusión busca la presencia, la participación y el éxito.

La inclusión vela por los grupos de riesgo. Es asumir la responsabilidad moral de asegurarse  de que aquellos grupos que se encuentren bajo mayor riesgo o en  condiciones de mayor vulnerabilidad, sean supervisados con atención, y de que, siempre que  sea necesario, se adopten medidas para asegurar su presencia, su participación y su éxito dentro del sistema educativo.

Partiendo de esto, las terapeutas de InGloba creemos necesario establecer una coordinación entre los diferentes profesionales que trabajamos con el/la niño/a. Ya sean profesores de actividades extraescolares, monitores de deporte, cuidadores, etc., para atajar con la mayor brevedad posible las necesidades que surjan en su día a día.

Las coordinaciones en el ámbito educativo son estrictamente necesarias. Es fundamental seguir la misma línea de trabajo en determinados programas de modificación de conducta, alimentación, habilidades sociales, etc.

Biografía:

Escribano, A. (2013). Educación inclusiva en el sistema educativo. Ministerio de Educación. Recuperado de http://www.mecd.gob.es/educacion-mecd/areas-educacion/sistema-educativo/educacion-inclusiva.html